Por: Richard Sabogal
Cada localidad, cada pueblo, cada barrio del mundo tiene un folklore que lo hace único, forma parte de su identidad y es su presentación ante todos. Esta multipluralidad aporta magia y belleza a la humanidad.
En Guarenas, ciudad del estado Miranda en Venezuela, impresiona lo poco que conocen su folklore, sus expresiones culturales, esa que se manifestaba cuando la ciudad era similar a los techos rojos que se añoran en Caracas, antes que se convirtiera en una ciudad con montañas de casas unas arriba de otras y la idiosincrasia del guarenero de pueblo se perdiera hasta convertirse en una ciudad dormitorio donde la gente llega de Caracas a dormir para al día siguiente volver a trabajar.
Una expresión folklórica es La viejita de Guarenas, una vieja picarona que bailaba llevando a un hombre en el lom
Pero es que no solamente la viejita se quedó en un baile de un hombre con una vieja, Marta Crespo, a quien conocí en el bautizo de su libro la Pide-Pide, y a quien semanas después le edite el ensayo La viejita de Guarenas, presentó la obra de teatro de su autoría donde se contaba la historia de Miguel Parra. Una historia maravillosa, con una dirección impecable, buenos efectos de sonido, una historia contada en dos tiempos que se disfruta muy bien por la buena coordinación y una buena actuación. Marta es una profesora que tiene el don de la simpatía, previo a comenzar la obra de teatro se bautizó brevemente el libro que le edité y cuando en privado días antes habíamos hablado que ella comenzaría la obra a las 7 en punto, así hubieran veinte personas en el teatro, porque era tarde y no quería la gente anduviera por ahí a esas horas, me sorprendió como cuando faltaban veinte para las siete, el teatro estaba lleno.o. Pero realmente la cosa no es así. La viejita de Guarenas es una creación de Miguel Parra, un hombre que llegó hace un poco de décadas a Guarenas con real y medio en el bolsillo y fundó la barbería Buche de agua frente a la Plaza de los flojos. Este hombre extrovertido que utilizaba un pito artesanal y una guitarra se ganaba los centavos bailando y tocando, creó la viejita de Guarenas y comenzó a formar parte de las fiestas patronales, Miguel murió, pero Rodolfo Toro, su heredero, mantiene viva la tradición y se recuerda La Viejita de Guarenas, parte de la identidad del pueblo.
Y es que Marta es cuidadosa hasta en el mas mínimo detalle, en la puerta de la sala, un par de niños, familia de ella, obsequiaban una escarapela impresa con un ganchito para darle a los presentes, un detalle sencillo y hermoso que invitaba a intimar con el momento, un guiño amistoso, una excelente iniciativa.
No quemaré la obra para que vayan a verla en las demás funciones, tendrá 3 o 4 más en Guarenas y luego irá a Caracas, así que la viejita se verá un buen rato.
Me gratifica que Marta fue alumna de Rodolfo Santana – igual que yo – gracias a ella me estoy volviendo a unir con ese grupo teatrero de Guarenas, mi ciudad, y el libro La viejita de Guarenas entró a formar parte del segundo título bajo la Serie Rodolfo Santana, humilde homenaje que le dedicamos al dramaturgo que se nos fue hace casi un año.
Nuestro folklore es nuestra identidad, no nos avergoncemos de él, llevémoslo en la sangre, con el mismo orgullo que un venezolano lleva la camisa de la Vinotinto, llevemos nuestras raíces culturales en el corazón y no dudemos en mostrarlas al mundo.
¡Vida eterna para la Viejita de Guarenas!