Un industrial colombiano domina con una elaborada oferta el mercado globalizado de la seguridad textil
Si funciona en Colombia, funciona en cualquier parte del mundo», pensó Miguel Caballero. Y funcionó. En toda América, en Europa (incluida España), en India o en China se encuentran —en tiendas propias o a través de distribuidores— sus prendas blindadas y a la moda. Del típico chaleco a la cazadora, el abrigo, la guayabera, el polo y hasta la camiseta de tirantes o la «chupa» de motorista. En todas las tallas y colores. Impermeables, ignífugas y, por supuesto, a prueba de balas.
La colección de ropa cuenta con tres líneas: «La Road», para émulos de Ángel Nieto. La «Gold», «dirigida a personas en busca de tendencias contemporáneas y vanguardistas que exigen prendas multifuncionales, cómodas y a la vez discretas (…), hombres y mujeres con un estilo de vida matizado de aficiones, actividades deportivas y de entretenimiento». Y la «Black», «para quienes recorren el mundo encontrando detalles que despiertan emociones en su estilo de vida (…), basada en tendencias formales influenciadas por estilos casuales (…); toques elegantes que definen la sofisticación del hombre y la mujer moderna». Tela marinera.
Vestimentas lavables y reutilizables: «Un chaleco que recibe balazos sigue sirviendo. La vida útil de un chaleco es de dos años. Sin embargo, no depende del material de blindaje en sí, que posee una vida útil de diez años, sino del tipo de munición que existe en el mercado, que evoluciona cada cinco años».
Inspiración
La idea del negocio le surgió hace veinte años, cuando Caballero era estudiante de diseño industrial y textil y vio al guardaespaldas de una compañera sudando como un condenado dentro de un chaleco antibalas de cinco kilos. En ocasiones, el protector prescindía del blindaje para lucir elegantes prendas de cuero. Verde y con asas.
En una reciente feria de seguridad celebrada en la Ciudad de México, el empresario mostraba algunos de sus últimos modelos. Como un elegante abrigo de piel con un orificio de bala, tras haberle disparado a corta distancia con una pistola (¡y con uno de sus empleados enfundado en él!). «Ni siquiera se le hizo un moratón», sonreía.
Este industrial colombiano, con más de tres lustros en este negocio, cuenta entre sus clientes aempresarios, jeques árabes, estrellas de «rap» y políticos. Afirma que el rey de Jordania, Baltasar Garzón, el presidente mexicano Felipe Calderón y el venezolano Hugo Chávez (en color «rojo rabioso») ya cuentan con algunos de sus productos.
Todo es blindable
«Puedo blindarlo todo —presumía en el diario «La Jornada»—. Lo más absurdo fue una manta. La encargaron unos ecuatorianos que querían cubrirse para dormir». Incluso blindó una Biblia y la sotana de un sacerdote colombiano.
Un país inseguro como México es una bicoca, y Caballero se frota las manos: «La gente aquí quiere protegerse cada vez más. Hay muchos automóviles blindados, numerosos secuestros, altos niveles de criminalidad y el mayor número de ricos del mundo».
Su lujosa boutique en la capital mexicana —próxima a las de firmas de primera línea como Hugo Boss— no está al alcance de cualquiera: hay que concertar una cita previa y, después, disponer de los cerca de 2.000 euros que cuesta una chaqueta. En su página web, los miembros del llamado «Club de sobrevivientes» cuentan sus aventuras (o desventuras) y elogian la calidad de la marca; no hay mejor publicidad.
Fuente: http://www.abc.es